miércoles, 17 de diciembre de 2014

"Las antiguas Barberias, las de toda la vida"

"No hay que olvidar el pasado. Hay que mirar el pasado como una historia. Una historia que nos cuenta que siempre se necesita fé para salir adelante, en técnica, en sensibilidad, en ideas. La Historia es relevante para la carrera de cualquier persona. Ustedes no pueden mirarse sólo a ustedes mismos; de esa forma, no se verán. Ni sabrán qué hacer ni cómo hacerlo... Yo encuentro inspiración en todas partes: en la cultura, en la Historia, en los libros... El conocimiento de la Historia les dará la forma de sentirse seguros y bien con ustedes mismos...Entonces triunfarán en su propio ser y en sus talentos..."       
Aldo Coppola, estilista italiano




Como me gustan las antiguas barberías!!!!! Me encanta el sabor que le da a la ciudad el antiguo comercio, siiii....  ese, el de toda la vida.....


El panorama que vemos no hace más que reafirmar algo que ya se sabe: las barbas han vuelto a ser un hit y los hipsters planean conquistar el mundo. Lo novedoso es que, siguiendo esta línea tendenciosa, la proliferación de barberías a la antigua usanza parece que vuelven!!!!! Son cada vez más hombres barbudos y cada vez más espacios en los que puedan sentirse caballeros de la monarquía cool!!!!!


Con un poco de historia puedo decir que en las sociedades paleolíticas primitivas, quienes cortaban el pelo eran las personas con más autoridad en los grupos sociales. Se pensaba que en el cabello residía el alma de la gente, que era una manifestación de los pensamientos. Cortarlo era una forma de quitarse la esencia de lo malo acumulado en ellos y renovar energías. Por eso esa tarea era confiada a los más sabios, a los sacerdotes.


En la Antigua Grecia, el oficio de barbero se volvió muy popular. Cerca del siglo V AC, el estilo de los hombres era de cabellos ondulados y barbas, las cuales recortaban, ondulaban  y peinaban.
A esta tarea se dedicaban los barberos. El arte de cortar y arreglar las barbas llegó a ser una profesión en la Antigua Grecia. Es allí donde se formaron las primeras barberías, que llegaron a ser puntos de reunión, como clubes, para los hombres, donde se reunían y conversaban sobre temas filosóficos, políticos o comunales. Esas barberías eran para ellos tan importantes como punto de reunión como el Agora o la plaza pública. La tarea de estos barberos era, además de cortar y peinar los cabellos y barbas, masajearlos, cepillarlos y darles brillo con lociones, pomadas y cera de abejas.
Como el pelo de los griegos era generalmente de colores oscuros, también lo teñían de rubio. El toque final era perfumarlos con esencias a base de flores y aceite de oliva.


En el Imperio Romano, los hombres usaban barbas y cabellos largos. Pero la influencia de los griegos les trajo la moda de los barberos y las barberías. En el año 296 AC, Ticinius Mena, un senador romano, vuelve a Roma desde Sicilia e introduce la costumbre de las barberías. Según cuenta Plinio el Viejo, el primer romano importante que apareció afeitado fue el general y cónsul Escipión el Africano.




Así aparece su imagen en una moneda del siglo III AC. A partir de esa fecha, ése será el estilo de los hombres en Roma, hasta casi la caída del Imperio, donde vuelven a usarse las barbas y los cabellos largos. Los barberos se llamaban tonsores, y también entre los romanos, la profesión de tonsurar era muy respetada. Los romanos cuidaban mucho su aspecto, y pronto las tonstrinae
(barberías), al igual que en Grecia, se volverán un punto de reunión y de sociabilidad importante para los romanos. La operación del afeitado de las barbas era hecha sólo con agua y navajas de bronce
afiladas con piedras, ("novaculae") o por medio de depilación con cera de abejas y pinzas depiladoras. Además de cortarles el cabello, los masajeaban, les hacían manicura y pedicuría, y los perfumaban. Los romanos pasaban varias horas en las barberías para estos cuidados.
En esa época los barberos comenzaron a hacer también extracciones dentales
Más tarde derivaron hacia la cirugía menor y recibieron una titulación que les autorizaba a hacer: sangrías (sangradores), colocar sanguijuelas (sanguijuelistas), poner emplastos (medicamentos sobre tela aplicados al cuerpo).


Sin embargo, inmediatamente un nuevo enfoque en los estilos de cabello de la gente, hará que en a partir de la 2a. mitad del siglo XVIII, los barberos vuelvan a tener importancia y relevancia en la
sociedad. El creciente uso de las pelucas en los hombres, y en las mujeres, a partir de finales del siglo XVII, logrará que los barberos se transformen en peluqueros, es decir, fabricantes y diseñadores de pelucas. Quienes, además de diseñarlas y colocarlas, tendrían la tarea de mantenerlas en buen estado periódicamente. Las pelucas del siglo XVIII fueron famosas por sus diseños espectaculares y elegantes. De a poco, todo el mundo comenzó a usar pelucas: los hombres, pelucas generalmente empolvadas en un tono gris blancuzco, y las mujeres, a partir de 1770, pelucas de todos colores que se fueron haciendo cada vez más altas, hasta el final del siglo.


El diseño de estas pelucas era una tarea complicada, y se transformó en toda una industria de primerísima necesidad. Se hacían de cabello humano, las más apreciadas, y las más baratas de fibra de algodón o pelo de animales. Cuando la peluca era terminada de diseñarse se perfumaba con flores cítricas y luego se espolvoreaba con almidón o talco coloreado. Las fábricas de pelucas se volvieron importantes y empleaban mucha gente.
Los peluqueros tuvieron su período dorado durante el siglo XVIII, pero luego de la Revolución Francesa, como rechazo al Ancien Régime, las pelucas comenzaron a dejar de usarse, y resurgieron las tendencias de estilos basados en el cabello natural. En las cortes y en los Parlamentos, sin embargo, se siguieron usando pelucas empolvadas. Pero los peluqueros, durante el siglo XIX, comenzaron a trabajar cada vez menos, pues ya el uso de pelucas no era masivo. Siguieron trabajando en el corte, afeitado de barbas y diseño de peinados.
A pesar de que ya no estaban autorizados legalmente a hacerlo, en muchos lugares los barberos todavía seguían practicando sangrías y extracciones dentales, especialmente en los lugares donde no había profesionales de la medicina cerca. Pero a partir de 1850 esta costumbre desapareció totalmente. La profesión volvió a reorganizarse, entonces, basada solamente en el cabello.

 
 
Después de la segunda mitad del siglo XIX, había peluquerías en todos los pueblos y en todas las ciudades, y comenzaron a formarse también cadenas de peluquerías. Los barberos comenzaron a tomar nuevamente prestigio social y la actividad tuvo un resurgimiento, lo que motivó la búsqueda de nuevos stándards y regulaciones para darle más jerarquía a la profesión


En pleno siglo XXI Cada vez más hombres acuden a las barberías de toda la vida, donde el afeitado apurado se realiza con una navaja de barbero y pulso firme, donde la silla del barbero está tapizada con cuero suave, y la decoración y los aromas transportan al cliente a un viaje nostálgico, pero a la vez importante y necesario en los tiempos que vivimos.




El regreso de las barberías de antaño constituye un rechazo consciente de nuestro ritmo de vida acelerado. Por supuesto, también hay espacio para prestar un servicio rápido ( que por cierto a mi no me gustan nada)
Pero un corte de pelo es algo personal, y es mejor realizarlo en un entorno que produzca las sensaciones idóneas.


Y para terminar, si quiere sentirse un hombre con todas las letras!!!! no deje de visitar la mejor Barbería de Londres; TRUEFITT&HILL y ya me contara caballero!!!!




 
Hasta la próxima!!!


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario